Fundado por Al-Ben-Bucar, rey moro de Valencia en el año 1066, Bicorp tiene un pasado musulman muy importante de las que se han podido conservar algunos vestigios e historias. Construcciones como el Azud de los Moros, una toma de agua en el río Cazuma que es el comienzo de una acequia excavada en la roca; historias como la de Los Amantes de Bicorp o la historia de la lucha de dos pueblos enfrentados.
Además, toda la población está distribuida típicamente como los pueblos árabes, con estrechas y serpenteantes calles. Localizaciones como Benedriz, Ibles o Benefetal también deben sus nombres a este legado musulman del que queremos compartir un poco de su historia.
La historia de tres amantes moriscos en el pueblo de Bicorp, relatada por el escribano Escolano y que ha llegado a nuestros días.
Dos han sido los amantes
que murieron en Teruel,
pero en Bicorp les ganamos
porque aquí murieron tres.
“No tiene menos admiración lo que sucedió en el lugar de Bicorbe a dos amantes moriscos. Vivía en él, por el mismo tiempo, un bizarro mozo, llamado Vicente Alamir, hijo del Baile (alcalde); y muy enamorado de una morisca del lugar de Benedrix (que es la misma Baronía) por nombre Alabra, la más hermosa de la morisma del Reino, y que le amaba recíprocamente. Andando en ello de su afición, el baile de Bicorbe concluyó casamiento de su hijo con la hija de un tal Malaqui del mismo lugar de Benedrix; y acertando ir a Benedrix uno que se halló al concluirse, se lo dijo a la Morisca; y pudo tanto la repentina pasión, que cayó muerta. Era esto por la mañana, y volviéndose el Cura a la tarde a enterrarla, halló al mozo muy ajeno de aquella que tan de veras había querido, y tañendo un laúd a la puerta de su casa, por desenfadarse de la fuerza que el padre le había hecho en casar con otra. Y dándole la nueva el Cura le dijo: Vos Vicente ¿sabéis cómo fulana es muerta y enterrada?. El mozo cayó muerto del sobresalto: y volando la fama a la madre de la que murió en Benedrix, hizo lo propio instantáneamente. Tanta fué la pasión que los tres tuvieron.”
Hechos reales retratados por el escribano Gaspar Juan Escolano en el siglo XVI
El día 22 de septiembre de 1609 fue emitido el decreto que obligaba a los moriscos a abandonar sus casas para embarcar en los puertos de Valencia.
Y para que se ejecute y tenga debido efecto lo que S.M. manda, hemos mandado publicar el bando siguiente:
1. "Primeramente, que todos los moriscos deste reino, así hombres como mugeres, con sus hijos, dentro de tres dias de como fuere publicado este bando en los lugares donde cada uno vive y tiene su casa, salgan dél, y vayan á embarcarse á la parte donde el comisario, que fuere á tratar desto, les ordenare, siguiendole y sus órdenes; llevando consigo de sus haciendas los muebles, lo que pudieren en sus personas, para embarcarse en las galeras y navíos, que están aprestados para pasarlos á Barbería, á donde los desembarcarán, sin que reciban mal tratamiento, ni molestia en sus personas, ni lo que llevaren, de obra ni de palabra, advirtiendo que se les proveerá en ellos del bastimiento que necesario fuere para su sustento durante la embarcacion, y ellos de por sí lleven tambien el que pudieren. Y el que no lo cumpliere, y excediere en un punto de lo contenido en este bando, incurra en pena de la vida, que se ejecutará irremisiblemente.
2. "Que cualquiera de los dichos moriscos que publicado este bando, y cumplidos los tres dias fuese hallado desmandado fuera de su propio lugar, por caminos ó otros lugares hasta que sea hecha la primera embarcacion, pueda cualquiera persona, sin incurrir en pena alguna, prenderle y desbalijarle, entregándole al Justicia del lugar mas cercano, y si se defendiere lo pueda matar.
3. "Que so la misma pena ningun morisco, habiéndose publicado este dicho bando, como dicho es, salga de su lugar á otro ninguno, sino que estén quedos hasta que el comisario que les ha de conducir á la embarcacion llegue por ellos.
4. "Item que cualquiera de los dichos moriscos que escondiere ó enterrase ninguna de la hacienda que tuviere por no la poder llevar consigo, ó la pusiere fuego, y á las casas, sembrados, huertas ó arboledas, incurran en la dicha pena de muerte los vecinos del lugar donde esto sucediere. Y mandamos se ejecute en ellos por cuanto S.M. ha tenido por bien de hacer merced de estas haciendas, raices y muebles, que no pueden llevar consigo, á los Señores cuyos vasallos fueren.
5. "Y para que se conserven las casas, ingenios de azúcar, cosechas de arroz, y los regadíos, y puedan dar noticia á los nuevos pobladores que vinieren, ha sido S.M. servido á peticion nuestra, que en cada lugar de cien casas, queden seis con los hijos y muger que tuvieren, como los hijos no sean casados, ni lo hayan sido, sino que esto se entienda con los que son por casar, y estuvieren debajo del dominio y proteccion de sus padres; y en esta conformidad mas ó menos, segun los que cada lugar tuviere sin exceder, y que el nombrar las casas que han de quedar en los tales lugares, como queda dicho, esté á eleccion de los Señores de ellos, los cuales tengan obligacion despues á darnos cuenta de las personas que hubieren nombrado; y en cuanto á los que hubieren de quedar en lugares de S.M., á la nuestra, advirtiendo que en los unos y en los otros han de ser los mas viejos, y que solo tienen por oficio cultivar la tierra, y que sean de los que mas muestras hubieren dado de cristianos, y mas satisfacion se tenga de que se reducirán á nuestra Santa Fe Católica.
6. "Que ningun cristiano viejo ni soldado, ansí natural de este reino como fuera dél, sea osado á tratar mal de obra ni de palabra, ni llegar á sus haciendas á ninguno de los dichos moriscos, á sus mugeres ni hijos, ni á persona dellos.
7. "Que ansimismo no les oculten en sus casas, encubran ni den ayuda para ello ni para que se ausenten, so pena de seis años de galeras, que se ejecutarán en los tales irremisiblemente, y otras que reservamos á nuestro arbitrio.
8. "Y para que entiendan los moriscos que la intencion de S.M. es solo echallos de sus reinos, y que no se les hace vejacion en el viaje, y que se les pone en tierra en la costa de Berbería, permitimos que diez de los dichos moriscos que se embarquen en el primer viaje, vuelvan para que den noticia dello á los demás, y que en cada embarcacion se haga lo mismo: que se escribirá á los Capitanes Generales de las galeras y armada de navíos lo ordenen así, y que no permitan que ninguno soldado o marinero les trate mal de obra ni de palabra.
9. "Que los mochachos y mochachas menores de cuatro años de edad que quisieren quedarse, y sus padres y curadores, siendo huérfanos, lo tuvieren por bien, no serán expelidos.
10. "Item, los mochachos y mochachas menores de seis años, que fueren hijos de cristianos viejos, se han de quedar, y sus madres con ellos aunque sean moriscas; pero si el padre fuere morisco y ella cristiana vieja, él sea expelido, y los hijos menores de seis años quedarán con la madre.
11. "Item, los que de tiempo atrás considerable, como seria de dos años, vivieren entre cristianos, sin acudir á las juntas de las aljamas.
12. "Item, los que recibieren el Santísimo Sacramento con licencia de sus Prelados, lo cual se entenderá de los retores de los lugares donde tienen su habitacion.
13. "Item, S.M. es servido y tiene por bien que si algunos de los dichos moriscos quisieren pasarse á otros reinos, lo puedan hacer sin entrar por ninguno de los de España, saliendo para ello de sus lugares dentro del dicho término que les es dado; que tal es la Real y determinada voluntad de S.M., y que las penas de este dicho bando se ejecuten, como se ejecutarán irremisiblemente. Y para que venga á noticia de todos se manda publicar en la forma acostumbrada.
Datis en el Real de Valencia á veinte y dos dias del mes de setiembre del anyo mil seiscientos nueve. - El Marqués de Caracena. - Por mandato de su Excelencia. - Manuel de Espinosa.
Fue entonces iniciada la revuelta contra la expulsión de los moriscos, en un ambiente de tensión, miedo e incertidumbre, donde Bicorp vivió uno de los episodios más violentos de todos los recogidos por las crónicas del momento.
El 22 de octubre de 1609, en medio de un contexto bélico, los que hasta entonces habían sido vasallos sumisos, se tornan contra el Conde matando al Gobernador y su mayordomo, incendian el castillo y la iglesia del pueblo y huyen hacia la Muela para unirse al ejército sublevado.
El 17 de noviembre de 1609 llegaba a Bicorp el ejército del rey dispuesto a combatir y rendir la rebelión de los moriscos que se negaron a acatar el decreto que, emitido el 22 de septiembre, les daba sólo 3 días para abandonar el país.
Unos 1.500 soldados, a la cabeza de los cuales estaba el Tercio de Lombardía, suben hasta la llanura de Las Pedrizas donde se ordena al Maestro de Campo Francisco Miranda que construya un fuerte que pueda servir de guarnición a 300 soldados y al Sargento Mayor, desde el que dirigirá el ataque final a los moriscos asediados en la parte más alta de la Muela de Cortes.
La fortaleza se levantó en piedra viva y en tan solo cuatro horas. Consta de un recinto principal, con un cuadrado perfecto de 16 metros de costado, y lo que parecen los restos de un segundo perímetro de muro de unos treinta metros de lado, en un avanzado estado de derrumbe en el que todavía se observan restos de estructuras secundarias que podrían responder a dependencias ligadas al Fuerte.
Se puede visitar realizando la ruta del Fuerte de las Pedrizas.
Se trata de una lucha desigual: las tropas de élite del rey contra campesinos cansados y desarmados que solo luchan por sus tierras y por sus vidas. El final estaba escrito, algunos moriscos rendidos se dirigieron al Grao de Valencia para embarcarse rumbo a África. Otros lucharán hasta el final.
Un mes después el ejército del rey exponía la cabeza del general morisco en la puerta de Sant Vicent de València para escarnio público y fin a las aspiraciones de los moriscos.
En todo caso, la expulsión de los moriscos marcará un antes y un después muy profundo en nuestros pueblos que durante muchos años quedarán despoblados. Ahora nos queda el Fuerte de las Pedrizas como una cicatriz que nos recuerda aquel episodio que nunca se debe olvidar; que nunca se debe repetir.
Se trata de una lucha desigual: las tropas de élite del rey contra campesinos cansados y desarmados que solo luchan por sus tierras y por sus vidas. El final estaba escrito, algunos moriscos rendidos se dirigieron al Grao de Valencia para embarcarse rumbo a África. Otros lucharán hasta el final.
Un mes después el ejército del rey exponía la cabeza del general morisco en la puerta de Sant Vicent de València para escarnio público y fin a las aspiraciones de los moriscos.
En todo caso, la expulsión de los moriscos marcará un antes y un después muy profundo en nuestros pueblos que durante muchos años quedarán despoblados. Ahora nos queda el Fuerte de las Pedrizas como una cicatriz que nos recuerda aquel episodio que nunca se debe olvidar; que nunca se debe repetir.